Me salpica el barro del alfarero
E inunda de fondo el carmesí
De los sentidos.
Me sonríe con excusa de piedad
Y me coge el sentimiento de romper los niveles
Y bajar
Hasta las placas tectónicas.
Aprieto las manos con deseos mortíferos
Y me vuelve lo animal
Del ser humano.
Y me dibuja la ira lo placentero del presente
Y me insita a gritar con desprecio.
Pero la calma puede más que lo violento
De caer,
Y me traga la saliva
De decir “No se moleste”
viernes, 18 de abril de 2008
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